En Chile “se necesita fortalecer la regionalización y la desconcentración de la actividad económica, creando polos de desarrollo con políticas que incentiven la iniciativa privada a invertir y crear empleo y riqueza.” Con esta frase terminaba un artículo que escribí y que el diario El Mercurio publicó el 25 de Mayo de 1994.
El centralismo del país está reflejado por las siguientes cifras: el 39% de la población de Chile vive en la región Metropolitana, esta región reúne el 47% del PIB, y el resto de las demás regiones el 53%. Santiago concentra el 52% del ingreso nacional, con el centralismo se han conseguido muchas cosas indeseables, una macrocefalia de la ciudad de Santiago, y además grandes desequilibrios en términos de desarrollo humano. Santiago se ha transformado en una ciudad desagradable de vivir. La congestión vehicular, el transporte público, la contaminación, el ruido, la agresividad de su población, el aumento de los índices de criminalidad y de inseguridad ciudadana, se incrementan día a día, deteriorando la calidad de la vida cotidiana.
Hoy debiéramos dotar de mayor autonomía a los ciudadanos de las regiones para que ellos y sus autoridades decidan y resuelvan sus problemas. Hoy no son los intendentes los que deciden realmente sobre los proyectos y políticas de educación, de salud, infraestructura o vivienda. La mayor parte de esas políticas se deciden a nivel de los Ministerios respectivos en Santiago. Una regionalización en serio, pasa según mi percepción, por la elección de las autoridades regionales, que el Intendente sea un ciudadano de la región, que no sea un subordinado del Presidente. Este es un desafío para el Estado, en el cual debiéramos avanzar.
Un alternativa para crear oportunidades de desarrollo para los jóvenes de hoy y del mañana, y motivarlos e incentivarlos para no tener a Santiago como única alternativa de progreso, es creando estímulos para que los privados realicen inversiones que produzcan riqueza, empleo y progreso. Uno de estos estímulos es por ejemplo, incentivos tributarios por un período que se considere prudente, para que el inversionista se sienta motivado a arriesgar dinero y trabajo en la creación de empresas productivas.
Australia hizo eso, y ese país hoy día tiene un alto nivel de ocupación, y necesita importar mano de obra calificada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario