miércoles, 12 de septiembre de 2007

Weber y su modelo ideal de burocracia

Hace algunos días en mi clase de Teoría de la Administración, les explicaba a mis alumnos los principios sobre los cuales Max Weber (sociólogo alemán que planteó este modelo para la Republica de Weimar en el año 1914) basa su modelo ideal de burocracia. Dos de estos principios concitaron el interés del alumnado, uno de ellos: “Calificación técnica y estabilidad en el empleo”, el cual plantea que cada cargo debe ser llenado sobre la base de la capacidad de las personas, seleccionando a las mas idóneas, teniendo siempre en cuenta sus características y no los factores de tipo personal, amistad o vínculos familiares. El otro principio, “Evitar la corrupción” respecto del cual Weber plantea que debe existir en los miembros de una organización, una clara diferencia entre los ingresos producto de su fortuna personal de los ingresos producto de su trabajo en ella. Asimismo, los que ocupan los cargos no deben tener ningún tipo de relación patrimonial con la organización, ni con los accionistas, ni dueños, ni relaciones afectivas, hijos o esposas de dueños o accionistas.
Al final de la clase, algunos alumnos me plantearon la interrogante ¿Por qué en el Estado de Chile y el Gobierno no se han cumplido a cabalidad estos principios? Mi respuesta fue: a los políticos los mueve el interés de ser reelegidos y continuar teniendo poder, y, para lograr esto, postulan para ocupar los cargos a personas de su confianza las cuales muchas veces no son los más calificados técnica ni éticamente. Casos como Chile Deportes, Ferrocarriles del Estado, Ministerio de OO.PP-GATE, Transantiago, Programa de generaciòn de Empleos, el Caso Dàvila en Codelco con un desfalco por cerca de US$ 200 millones, el caso Corfo-Inverlink, las indemnizaciones autoacordadas de los directorios de ENAP, ENAMI y Correos de Chile, todo esto da cuenta de esta àfirmaciòn

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy acertado su artículo. Los políticos favorecen a las personas que convienen a sus intereses.

Carolina Cisternas P. dijo...

Muy acertado su artículo, los políticos son unos aprovechadores.

Simón A. Munita. dijo...

Lamentablemente es una condición humana quizá patológica a la que se debe enfrentar un político que tiene el poder.
El poder es como la globalización en el sentido de que es una herramienta que puede ser muy útil si es bien utilizada, pero también muy destructiva si es ejercido de manera injusta y parcialmente beneficiosa.

El Estado es un común de los habitantes del país, es el elemento unificador de todos a través del cual se pueden canalizar todas las necesidades de cada habitante. Caad parque, cada vía, cada obra pública que está sostenida en una nación, es legítimamente propiedad de todos los habitantes de ese país. Lamentablemente la gran mayoría manifiesta su opinión acerca de la gestión de estos bienes, dependiendo del país, cada cierta cantidad de años mediante el voto.

Ese es un grave error que está haciendo de la democracia un sistema cada día más débil como herramienta política, pues si la base de las desiciónes está en las mayorías, deberían ser éstas quienes definan qué hacer en su barrio, si prefieren construir una plaza o pavimentar las calles.

Por desgracia, la gente común y corriente tiene escaza o nula participación política, delegando todo su PODER en personas que se enferman de él y, casi como una adicción, no pueden soportar la idea de tener que abandonarlo, recurriendo así a métodos poco lícitos (y absolutamente desAUTORIZADOS), poco éticos y muy en contra de los ideales iniciales.

Eso se puede cambiar y es deber de los que defienden la democracia cambiarlo, mientras no se invente una herramienta política más avanzada, hay que satisfacerse con la democracia, pero no con una democracia mediocre o deficiente, sino que con la mejor democracia que se pueda obtener.

Citando al mismísimo Weber en su errada definición de autoridad, el poder se está tornando ilegítimo y es necesario DESAUTORIZAR ese metodo que de democrático tiene muy poco.